miércoles, 7 de julio de 2010

My Chrysler

Había heredado yo, de mi abuelo, un Chrysler 180, de los primeros que montó Barreiros en su fábrica de Villaverde, nada de mariconadas ecológicas, motor 2000 gasolina de carburación, doble cuerpo, caja de cambios automática, aire acondicionado con dos toberas como las de un F15.




No es necesario decir que el coche era un iman para las tias y la locura de la juventud junto a la comodidad del habitaculo hacia que el folleteo fuera una constante en el Chrysler o polvera como ya lo conocíamos en clave.



Siendo yo el usufructuario del vehiculo, tenia la obligación moral de conducir a la abuela en sus viajes, pocos, debido a su delicado estado de salud, apenas hacia dos viajes al año, en Mayo a Fátima y en Noviembre al Valle de los Caidos.



Los primeros años transcurrieron sin novedad, pero cuando el coche ya estaba bastante baqueteado, una conversación en uno de los viajes con la matriarca me hizo encender todas las alarmas:

- Niño, hay que ver como tienes el coche de tu abuelo.


- No abuela, es que esta tapicería de terciopelo anaranjado es muy dificil de limpiar y estas manchas son ya antiguas, de cuando el abuelo, y no salen.


- Que coño niño, en la defensa al asedio de Sidi Ifni, en el Sahara Español, un trozo de metralla dejó a tu abuelo sin testiculos y estas manchas son de esperma.



La vieja conservaba bien la vista, e imagino que el olfato. La habitualidad me impedia ver la cantidad de lamparones y corridas en la tapicería e incluso en la moqueta del techo del vehículo, por los salpicones parecía que habían frito huevos en la guantera. Es lo que tiene el batalleo a oscuras en el interior de un coche, que os voy a contar...



Siendo yo un estudiante, emprendedor, con iniciativa pero sin dinero, me decidí a operarme de fimosis y entregar la piel sobrante a un tapicero para que adecentara el interior del vehículo.

Es increible lo sabia que es la naturaleza y como la piel de polla repele las manchas de semen.

Hicieron un buen trabajo, tanto el cirujano como el tapicero. Éste incluso tuvo la precaucion de darme los retales sobrantes para posibles reparaciones, que no fueron necesarias debido al excelente oficio del artesano. Pero si utilicé ese material años despues para tapizar el asiento de una montesa Cota que un hijo puta me había rajado en la puerta de la Trocha.

Como comprenderán no lo digo por presumir, todos recordarán que el asiento de la Cota era bastante pequeño.



Años despues vendí el Chrysler y compré un Mehari, era mi etapa progre, el flower power y tal , por cierto en todos esos años al Chrysler no se le quitó la peste a polla. Huelga decir que ya había fallecido mi querida yaya, imagínense llevarla al Valle en el Mehari.



Con el Mehari comenzó mi declive sexual, si bien follé con bastantes hippias de la epoca, de las de pelo en pata y sobaquera, que ahora son politicas o altas funcionarias de la Junta, Profesoras de Universidad, Juezas, ect, todas con una mala hostia que te cagas , no se yo si por haber sido folladas por cientos de pollas en sus tiempos jóvenes y hoy día no hay quien las mire, sin embargo las puritanas que no se dejaban taladrar illo tempore, hoy día son señoras maduras perfectamente follables por todos los orificios hasta el astío, pero igualmente inalcanzables.

En este caso la naturaleza vuelve a darnos una cruel lección, da igual la polla que tengas, para la mujer lo importante es el vehiculo donde la paseas.

Lo último que supe del Chrysler es que un coleccionista de Teruel lo estaba restaurando y andaba loco buscando la piel de la tapicería para hacerle unos remiendos.





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